Atrás quedaron, valientes juerguistas, los días de las pesadas jarras con esas pesadas tapas a modo vikingo, decoradas con escudos, zarcillos, dibujos y adornos similares que pesaban tanto que te dejaban dolorido a cada sorbo (por muy graciosas que fueran, eso no lo negamos). Hoy en día nos gusta más el minimalismo-funcional-auténtico del vidrio satinado. ¿O no? Y, si es posible, que esté personalizada con un mensaje nítido y llamativo que se adapte como un guante a su propietario o propietaria porque ellos serán quienes disfruten de nuestra jarra de cerveza personalizable ¡como Dios manda! ¡Exclusivo, amigos, exclusivo!

Así que sin florituras. Una jarra. Un texto. Una birra muy fría. Y a disfrutar.