Ya sabes cómo es: la desagradable tensión que se extiende desde un punto indefinido hasta que, en el peor de los casos, se apodera de toda tu espalda y se convierte en algo entre incómodo y realmente doloroso. A partir de ahora, queremos prevenir esta condición insostenible; con el pequeño pero fino aparato de masaje para el cuello que alivia dichas tensiones con impulsos eléctricos bien colocados hasta hacerlas desaparecer. Para ello, basta con colocar los dos electrodos nacklings, establecer uno de los 3 programas (de menos intenso a intenso) y dejar que te masajee con ese agradable movimiento.
Pronto volverás a sentirte bien. Si lo piensas es divertido. Este masajeador de cuello y espalda es una idea de regalo perfecta para cualquier ocasión.
Vaya por delante: ahogar las penas de cualquier tipo en el alcohol... no, nunca ayuda, con toda probabilidad. Pero eso no nos impide asegurar que, con la Copa de vino Good Day Bad Day Don't Even Ask, al menos garantizamos una sonrisa. Especialmente en ese ratito del día que te guardas para ti, para saborear tu vino tinto, rosado o el blanco bien frío. Mejora el estado de ánimo, independientemente de las condiciones, en cualquier caso.
Y si sólo quieres un culín sírvete entonces hasta donde quieras. Porque el estado de ánimo grabado en la copa funciona también como medidor.
Más vale mil caras que una sóla, reza nuestro genuino departamento de accesorios, sobre todo cuando esas caras son al final una, la de quien más te importa. Y si te pregunta cómo dejar claro un mensaje así, no tienes que buscar más allá: traemos nuestro delantal de cocina multicara personalizado. En concreto, hemos duplicado una imagen de forma inteligente, para que parezca múltiple, pero sea en sí misma unitaria. ¡Cuánto arte! Ni que decir tiene que se trata de un regalo único y especial, por ejemplo, para el Día de la Madre, un cumpleaños o cualquier otro día en el que nuestro rey o reina sea el centro de atención.
Así que sube una foto - y ¡tachán! - se multiplica por doquier. En un sólo delantal. ¿Magia? no, ¡Radbag!
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