Copa de vino gigante

Por supuesto, puedes contentarte con unos sorbitos mientras paladeas con conocimiento de causa y balbuceas algo sobre uvas, viñedos y añadas. Los enólogos y enólogas aficionados son, por supuesto, libres de hacerlo. Pero también puedes coger la botella de zumo de uva y verterla directamente en esta copa de vino gigante. Así de simple. Y el vino, después de haberse aireado felizmente («respirar», así lo llaman, un efecto secundario muy útil), puede entrar a grandes sorbos para cumplir con su propósito original.

Es una posibilidad. Quizás la única. A fin de cuentas, ya hay demasiadas copas de vino normales. Y luego está el constante debate entre tinto y blanco, y las discusiones sobre a quién le toca fregar. Por lo tanto: un buen vino (da igual cuál) y p'adentro. Lo mejor es hacerlo a dos manos. Si no quieres abandonar tus modales refinados, puedes utilizar nuestro gigante de cristal como una pieza decorativa muy original que preside el botellero de tu casa. También está bien.